domingo, 28 de febrero de 2016

Fuimos.

Fuimos dos.Pero fuimos mucho más que sólo dos. Fuimos dos almas fundidas en una sola. Fuimos cuatro ojos compartiendo una misma mirada. Fuimos 2 latidos a un mismo compás. Fuimos sonrisas a media noche y lágrimas al despertar. Fuimos amaneceres anaranjados con un poco de Oasis de fondo. Fuimos eléctricas. Fuimos una cama y distintas almohadas, pero un mismo sueño compartido.
Fuimos tanto que a veces me duele recordarlo. Me duele olvidar de vez en cuando aquel sentimiento pleno que tuve junto a ti. Fuimos una luna y unas manos entrelazadas de madrugada. Fuimos alcohol, música y bailes. Fuimos felicidad en estado puro. Tú fuiste mi felicidad en estado puro. Superamos obstáculos, pues fuimos también mucho sufrimiento, culpa de aquello que nos rodeaba. Fuimos eternas, de hecho creo que lo seguimos siendo, pues siempre vas a permanecer en mí. Fuimos guitarra y  bajo. Fuimos un dúo mágico. 


¿Y por qúe dejamos de ser? Quizá por miedo, o quizá por demasiado valor. Fuimos veloces liebres que recorrieron montes llenos de ortigas. Y nos pinchamos. Y nos herimos. Y sufrimos y lloramos.Pero siempre volvía la luz a nuestros despertares, mostrándonos que todo aquello que se desea se consigue. Fuimos una leve brisa primaveral, esa que mece los árboles como si estuvieran danzando. Fuimos pasos de baile un poco torpes, pero fuimos. Fuimos dos bocas fundidas en una. Fuimos saliva y fuimos pasión. Fuimos un libro que todavía no está escrito. Fuimos una partitura en do mayor. Fuimos el calor de agosto en la playa de Formentera. Fuimos agua, sí, agua cristalina y pura, como tú, siempre tan transparente que asustabas. Por eso, quizá me asusté. Porque no quería que te desvanecieras entre las yemas de mis dedos. Fuiste hábil, vaporosa y fugaz. Fuiste una estrella fugaz. Y yo intenté seguir tu estela. Pero fuimos. Fuimos, somos y seremos. 

Destrozamos los pilares de lo establecido para sólo entender de amor. Desatamos cabos y nadamos sin rumbo. Admiramos el sol incluso cuando estaba nublado. Aprendimos a remar en aguas turbias y a siempre salir sanas y salvas de ellas. Fuimos mucho, y lo seremos siempre. Fuimos dos mujeres que se amaron,sin límites y sin barreras. Fuimos dos. Fuimos mujeres. Y nunca nadie dirá que no hemos sido aquello que fuimos. 




Para todas las mujeres que se han amado.

lunes, 22 de febrero de 2016

Al son de mi compás.

Vivía con la única preocupación de conseguir aquello que me proponía. No me paraba a escuchar las olas que rugían junto a las rocas.Tampoco disfrutaba observando el cielo azul y el lento movimiento de las nubes. Si te estás preguntando si era capaz de escuchar mi canción favorita sin bailar, sí, lo era. Odiaba bailar, me causaba vergüenza, sentía que cualquier mueble de mi habitación estallaría en carcajadas al mínimo movimiento, y qué decir si era con personas delante.
Evitaba todo aquello que pudiera llenarme, tan sólo me centraba en conseguir llegar a lo más alto en mi profesión, en mi carrera. Y así viví unos largos años sin azar, años sin sorpresas y sin más latidos que los automáticos producidos por mi corazón, que para mí entonces era tan sólo un órgano.

Pero una noche, mientras trabajaba en mi último proyecto,me di cuenta de lo poco feliz que era, de lo poco que disfrutaba mi presente y de cómo dejaba ir los días y las noches. Apenas dedicaba tiempo para mí. Para mi propia felicidad. No pude dormir y barajé infinitas opciones de cambio. Entonces, sin obtener solución posible, decidí pronunciar un "ojalá". Y ese fue el ojalá que cambió mi vida. 

Dejé a lo que me dedicaba y decidí pasear descalza por la playa ( que decían que era muy agradable), y lo fue, pero lo mejor de ese paseo fue encontrarme con unas huellas que recorrían el mismo sendero que yo. Las tuyas. Las de mi plenitud. Así, un día cualquiera nos encontramos en la playa. Yo había deseado con todas mis fuerzas un "ojalá", un poquito de luz y esperanza a mis días grises. Y contigo encontré la gama entera de colores. Mis días se volvieron un arco iris repleto de brillo,y mis noches experimentaron felicidad no conocida anteriormente. Dejé de tratarme como una máquina cuyo objetivo es satisfacer a los que están por encima, para satisfacerme yo. Para sacarme sonrisas y para provocar lágrimas de felicidad. 
Y que hubiera hecho sin ti... Si esa tarde hubiera decidido quedarme en casa enfrascada en mis asuntos, en vez de  ir a la playa a desconectar a pesar de no saber cómo. Ahora mi vida está llena de "ojalá", pero de esos por los que luchas por conseguir, ya sabes, dejas un poquito a la suerte y al destino y otro poco lo realizas tu. Pues así. 
Ya ves, un corazón no es sólo una máquina de bombear sangre, y me doy cuenta ahora... Cada vez que te veo y pronuncio tu nombre, un corazón es también el medio por el que mi cerebro y mi alma se ponen en contacto para latir fuerte y desprender alegría. Pues eso es lo que trajiste a mi vida, alegría, y siempre estaré en deuda contigo y con quien te puso en la arena esa tarde. 

Ahora, la vida no me mueve a su mecánico y ajetreado ritmo, sino que yo soy la que mece mis días. Ahora la vida baila, al son de mi compás. 




martes, 16 de febrero de 2016

Estaré bien.

Desperté tras un sueño profundo y doloroso. Estabas tú (cómo no). Y estaba yo. Estábamos ambos descansando en el asiento trasero de tu coche. Yo contaba tus pecas mientras tú te dedicabas a mecer suavemente mi pelo alrededor de tus manos. Entonces te girabas para observarme detenidamente, sí, como solías hacer cuando me llevabas al cielo. Te gustaba verme. Era satisfactorio quizá para ti. Y yo qué se. Pero me mirabas, con esos ojos tuyos que podría retratar una y otra vez. Esos ojos que nunca jamás olvidaré. Y entonces desperté. 
¿Por qué doloroso? ¿Por qué duele un sueño en el que nosotros somos los protagonistas? Un sueño que bien podría ser una imagen cotidiana de lo que fuimos. Dos amantes que se observan. Que se sienten y que se acarician. Dos almas unidas por un sentimiento llamado amor, sí, así le dicen. 
Pues dolía. Dolía porque en esta jodida realidad yo ya no soy a quién tu observas. Tus dedos no se enredan en mi cabello, ni tampoco tus ojos se clavan en mí ser. Y joder que si duele. 
Te marchaste en invierno. Como siempre. Sabías que odio  el frío  y aún así te empeñaste en hacérmelo gélido. Cogiste tus recuerdos y te los llevaste lejos, los quemaste con un espejo y el sol. El sol que fue testigo de aquellas tardes veraniegas en las que solo existíamos nosotros. Y nadie más. 

No soporto esta agonía. Es un túnel sin salida. Sino es ese sueño tan amable que me duele y que propicia mis lágrimas sin más prospecto que un corazón roto, es una pesadilla en la que tu ya no estás. Pero lo peor de ésta, es que en esta vida real, tu ya no estás. Yo ya no te tengo. Por eso mi corazón está roto en pequeños cristales. Tú sabías que mi corazón era de cristal. Moldeado para tí. Modelado a tu gusto. Y decidiste romperlo así. Sin un por qué, sin una razón de fuerza mayor. 


No me has dejado darte todo el amor que tenía en un cajón de mi alma guardado. ¿Por qué? Mi lamento ahora es ahora lo único que quiero hacerte llegar. Qué estupida, pensarás. ¿Qué hace intentado amargar mis días? Dirás. Pero no. Yo solo quería seguir poseyendo tu luz, aquella que iluminó mis días oscuros cuando todo me escocía. 


No sé. Supongo que seré la culpable de mi propio dolor. No puedo culparte más. ¿Qué culpa tienes tú si yo no soy para ti? Ninguna, claro que no. Quizá es hora de remontar, ¿no crees? Ahora, que la primavera está cerca y los almendros en flor, encuentro esperanza en cada rayito de sol. Sí, ese sol que ya sabes, nos calentó en algún momento durante nuestra bonita historia de amor. Al fin y al cabo, de las historias con finales tristes y dolorosos siempre se extraen momentos bonitos y eso es lo que hago yo con la nuestra. Sobreviviré.Y ya sabes que tienes un palco en mis sueños,porque últimamente no sales de ellos. Espero que sonrías como lo hacías conmigo, y que esta primavera florezcas de nuevo. Y yo.. yo estaré bien. 

lunes, 8 de febrero de 2016

Magia.

Era domingo. Nunca me habían gustado los domingos, quizá por la melancolía y el agotamiento ligado a su nombre. Son el después de una fiesta y el antes de la rutina, ese espacio intermedio en el que el tiempo se para para dejarnos reposar lo vivido y prepararnos para vivir más. Ya sabes, domingos. Pues sí, ese domingo salí para verla. Y no, no lo tenía planeado, pero hay planes que el destino escribe sin que nos enteremos, con tinta invisible. Y así eras un poco tú ¿no crees? Un poquito invisible a veces, y al mismo tiempo era imposible no verte, no mirarte, con esa luz que desprendías. 
Pues ese domingo te vi, nos vimos. Y sentí tu electricidad. No sé si os habéis topado alguna vez con una chica como ella. Su cuerpo parecía penetrar en ti con solo rozarte, y sus ojos hablaban por sí solos. De su boca ni hablamos, capaz de desatar tempestades y aplacarlas de la mejor manera posible. 
Ella era el viento que soplaba a altas horas, y la calidez de un abrazo. 

Y yo, que quería volar, que quería despegar y alejarme de todo lo que me rodeaba, pensé que ella podía construirme unas alas y volar conmigo allí donde hubiera nadie, solo nosotros.
Pero el paso de ella por mi vida fue tan efímero como mi vuelo. Me llevó a las estrellas, me enseñó cada uno de los planetas, aprendí a amar en Marte, recorrimos galaxias y exploramos agujeros negros, y cuando quise volver a respirarla de nuevo, aparecí en casa. Con nuevos recuerdos. Con nuevas experiencias. Con mucho visto y aprendido. Pero sin ella. 
Y ya nada me valía. No me valía haber llegado a lo más alto pero estar ahí sin ella. No me valían unas alas que no pudiera repararme ella. Mi ángel. La que me enseñó que incluso lo más lejano está siempre más cerca si lo imaginas. La que me enseño que "posible" es siempre más probable que "imposible". La que hizo crecer flores donde solo había desierto. Ella llegó a mi vida, para que yo tocara el cielo, para que yo supiera y creyera que pudiera hacerlo. Y lo hice. Y aunque me costó entender el por qué de su huida, el por qué de tan triste final, entonces comprendí, que todos tenemos la oportunidad en esta vida, de compartir el tiempo en algún momento con una estrella como ella. 
Y entonces me di cuenta de que siempre hay que creer. Creer en la  magia. Porque ella era eso.
 Ella era magia.